En este camino de autoconocimiento que nos propone la práctica del yoga a menudo surge la pregunta ¿cómo reconozco si estoy transitando en el camino correcto?

Los maestros nos dan una respuesta sencilla: escuchar al corazón.

Nos aconsejan escuchar lo que surge en nuestro corazón, ese espacio tibio y quieto donde podemos encontrar todas las respuestas.

A menudo es un poco complicada de llevar a cabo por nuestra identificación, casi permanente, con los pensamientos.

En general, por nuestra identificación con la mente, tendemos a tomar todas nuestras decisiones a partir de ese movimiento continuo e impermanente.

Hace un tiempo que comencé con esta práctica de llevar cualquier duda al espacio del corazón para encontrar la dirección correcta.

No es un camino fácil de recorrer, porque a menudo nos encontramos con las imposiciones del mundo, esas visiones que no tienen nada que ver con nuestra verdadera esencia.

Y en ese transitar hacia adentro hay que animarse a ser auténticos, fieles a esa verdad inmutable que nos habita, es soltar viejos patrones que están asociados a esa forma que tenemos de vernos a través de los ojos de los demás.

Porque parte de la práctica de escuchar el corazón es realmente prestar atención a que se siente bien para vos mismo, es sentirse en armonía entre lo que pensás, sentís  y la acción que desarrollás en el mundo.

Y en este transitar a veces llegás a lugares internos, donde se hace difícil pasar, ahí es donde hay que escuchar el corazón, nuestro latido y una vez más si eso que se manifiesta en la mente, se siente correcto, bien, calmo, entonces indudablemente es la dirección que debés tomar.

El corazón es el asiento de nuestro Gurú interno y por suerte, está siempre disponible para despejar dudas, traer certezas, por sobre todo poner luz en los lugares más oscuros.

Como pequeña práctica es interesante tomarnos un tiempo para afinar esta escucha y para eso simplemente es necesario tomarse unos minutos al día, sentarnos tranquilos, conectar con el fluir de la respiración, sentir el propio latido, ese ritmo que nos hace únicos y descansar unos instantes en ese presente donde la mente se calma y el corazón resplandece.

Este es un tiempo para escuchar a tu corazón y asegurarte de que vas en la dirección correcta, porque nadie puede señalarte lo que está bien para vos.

El propio corazón es un maestro que te lleva a un lugar donde podés confiar en vos mismo.

Y en ese confiar todo se abre y se vuelve más claro y podés aceptar que la vida es amplia y que no tiene ningún riesgo cuando te animás a Ser Amor en acción.

Les regalo desde mi corazón este poema de Rumi, Namasté!

Cierra tus ojos, enamórate, mantente allí.
Encuentra la dulzura en tu propio corazón y encontrarás la dulzura en todo Corazón.
Tú eres el Camino del Amor, y al final, mi Hogar.
Quien tiene las puertas del corazón bien abiertas, puede ver el mismísimo Sol en cada átomo…”.

Nota hecha para el Blog de Lulea