Este asana se utiliza en general al finalizar las clases de yoga para inducir al cuerpo a una relajación profunda.

Además se utiliza entre posturas para registrar en nuestro cuerpo los beneficios de cada ejercicio mientras descansamos.

Para tomar la postura debemos recostarnos en decúbito dorsal acomodando bien la zona lumbar y cervical, para esto inclinamos levemente el mentón hacia el pecho mientras apoyamos la cintura en la colchoneta.

Las palmas de las manos hacia arriba para una mejor circulación de la energía. Cerramos los ojos y comenzamos a realizar respiraciones bien profundas con exhalaciones lentas y suaves.

Esta respiración profunda y regular nos irá relajando oxigenando cada célula de nuestro cuerpo. Cuando la respiración se da sin esfuerzo, podemos recorrerlo mentalmente aflojando las tensiones en cada exhalación, comenzando por los pies y llegando por último a la cabeza.

Recordemos siempre preparar el ambiente con música suave para ayudar al cuerpo y a la mente a relajarse en forma profunda, alcanzando una actitud de calma y desapego.

Nos mantenemos en el asana todo el tiempo que necesitamos y por último volvemos el cuerpo a la actividad con pequeños movimientos.

Es beneficiosa para vencer los estados de agitación, de tensión nerviosa, de emoción, de ansiedad y de irritación.

Para cerrar el ejercicio nos sentamos en postura de meditación y agradecemos internamente el momento que nos brindamos de reencuentro y armonía.

A relajarnos!!

Namasté